Renunció Espert: promesas de inocencia y un Gobierno en modo control de crisis

Después de días de tensión y rumores cruzados, José Luis Espert renunció a su candidatura a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. La decisión llega luego de que trascendieran graves acusaciones sobre un presunto pago de USD 200 mil del empresario Fred Machado, actualmente investigado por narcotráfico.

El economista libertario hizo pública su renuncia a través de un posteo en X (ex Twitter), en el que aseguró que demostrará su inocencia “sin fueros ni privilegios”, y que presentó su dimisión directamente al presidente Javier Milei, quien decidió aceptarla.

Desde el Gobierno reconocen que la presión interna fue determinante: tanto Santiago Caputo, estratega de comunicación, como Sebastián Pareja, armador bonaerense de La Libertad Avanza, coincidieron con la recomendación de Mauricio Macri: tomar distancia y cortar por lo sano.

El propio Milei acompañó la publicación de Espert con un mensaje tajante:

“El proceso de cambio profundo que estamos llevando adelante es lo único que importa. No vamos a permitir que una operación maliciosa lo ponga en riesgo”.

En la intimidad de Olivos, Espert había intentado sostener su candidatura hasta último momento. El viernes incluso mantuvo una reunión de dos horas con Milei, tras la cual salió convencido de que seguiría en carrera. Pero el escándalo judicial que involucra a Machado —radicado en Texas— y las revelaciones mediáticas de las últimas 48 horas precipitaron su final político.

El caso recuerda al del periodista Fernando Niembro en 2015, quien también debió renunciar a su candidatura tras ser denunciado por contratos millonarios con el Gobierno porteño. En ambos casos, la estrategia fue la misma: sacrificar una figura para salvar la campaña.

Por ahora, el Gobierno intenta cerrar filas. Pero la renuncia de Espert deja una marca profunda en el oficialismo y reaviva las internas libertarias.
El economista promete defender su nombre ante la Justicia. Mientras tanto, en la arena política, el daño ya está hecho.

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