Crisis proteica: los argentinos cambian el bife por alitas y arroz

El consumo de carne vacuna en Argentina atraviesa una caída histórica. Según los últimos informes del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas, el promedio anual por persona se ubica entre 45 y 46 kilos, el nivel más bajo de los últimos cien años. La crisis económica, el aumento de tarifas y el deterioro del poder adquisitivo están modificando los hábitos alimentarios de millones de familias que hoy deben priorizar otros gastos antes de llenar la parrilla.

El empresario de la industria cárnica, Alberto Samid, explicó que la baja en el consumo está directamente ligada al bolsillo de los argentinos. “La gente primero paga los servicios, la luz, el gas, el agua y el transporte, porque si no se los cortan. Y lo que queda es para comer, pero cada mes tienen menos plata”, señaló. Samid trabaja con más de cien supermercados populares y asegura que cada vez más personas acuden a comprar, pero gastan menos. “La misma persona que antes gastaba cierta cantidad, al mes siguiente gasta menos y después aún menos. Recaudamos mucho menos con más cantidad de gente”, expresó con preocupación.

La caída en el consumo de carne vacuna no ocurre en soledad. Otras proteínas como el pollo y el cerdo ganan terreno por su menor precio. Samid advierte, sin embargo, que el valor del pollo no siempre refleja su peso real. “Al pollo le inyectan agua al faenarlo y lo congelan. Te venden un peso que no es real, y encima tiene piel y hueso”, explicó. Aun así, el pollo cuesta cerca de la mitad de lo que vale la carne vacuna, y el cerdo también se convirtió en una alternativa fuerte. “La media res de vaca vale ocho mil pesos y la de cerdo tres mil. La diferencia es enorme”, puntualizó.

Para los especialistas, el cambio es estructural. Vanesa Ruiz, gerenta general del Centro de Almaceneros, Autoservicios y Comerciantes Minoristas de Córdoba, sostiene que “la principal fuente de proteínas está siendo reemplazada por pollo, cerdo y huevos, aunque no alcanzan a compensar la caída del consumo vacuno”. Según la entidad, aumentó el consumo de cortes más baratos de pollo, como alitas, menudos y carcasas, que se utilizan para saborizar guisos o acompañar con harinas y arroz. También creció un 20% el consumo de huevos, un dato positivo dentro de un panorama crítico.

La pérdida del poder adquisitivo no solo cambia lo que se compra, sino también cómo se compra. Los consumidores migraron de primeras a segundas y terceras marcas, visitan más comercios de cercanía y fraccionan sus compras para controlar mejor el gasto. Nueve de cada diez familias están endeudadas, y muchas financian la comida con tarjeta de crédito, fiado o préstamos. El informe detalla que un 42% compra con crédito, un 38% al fiado y un 9% con dinero prestado.

El panorama para los comercios minoristas tampoco es alentador. “Estamos cerrando el peor octubre en ventas, con una caída del 9,5% interanual. Esto no es sostenible: si no mejora la situación económica, va a haber mucha mortandad comercial”, concluyó Ruiz. Mientras tanto, el asado —símbolo nacional y ritual de encuentro— se aleja cada vez más del plato cotidiano de los argentinos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *