Tartagal se prepara para vivir este sábado 8 de noviembre una jornada histórica que promete marcar un antes y un después en la vida espiritual y cultural de la región: la Consagración de la Ciudad a la Virgen de la Peña. El acontecimiento, de enorme trascendencia para la comunidad, convierte a Tartagal en la segunda ciudad del país –después de San Nicolás, en Buenos Aires– en consagrarse oficialmente a la Virgen, consolidando una tradición de fe que forma parte del corazón del pueblo.
En vísperas del evento, el Municipio avanza con la construcción de un templete en el acceso norte de la ciudad. Este espacio, especialmente diseñado como lugar permanente de oración y encuentro, será el sitio donde la sagrada imagen de la Virgen de la Peña permanecerá entronizada. La obra busca convertirse en un símbolo de identidad y en un punto de devoción para miles de fieles que año tras año peregrinan a Tartagal para expresar su fe.
La ceremonia contará con la presencia de autoridades eclesiásticas, representantes gubernamentales, delegaciones religiosas y fieles que llegarán desde distintos puntos del país y del exterior. Se confirmó la participación de peregrinos provenientes de Cochabamba (Bolivia), así como de Jujuy, Tucumán, Santa Fe y otras provincias argentinas que se sumarán a este acto de profunda carga espiritual.
La entronización de la Virgen se realizará a las 19:00 en el templete ubicado sobre Ruta 86, camino al barrio Roberto Romero. Allí se llevará a cabo la ceremonia central que convocará a miles de fieles en un clima de oración, emoción y profunda conexión comunitaria.
El cierre artístico de la jornada estará a cargo del reconocido cantor popular Oscar “El Chaqueño” Palavecino, Embajador de la Virgen de la Peña, quien ofrecerá un espectáculo especialmente dedicado a la Protectora de Tartagal. Su presencia reforzará el sentimiento de unión, identidad y pertenencia que la devoción mariana despierta en el norte del país.
La Consagración de Tartagal a la Virgen de la Peña es un gesto que trasciende lo religioso: es una afirmación de identidad cultural, una expresión colectiva de esperanza y un recordatorio del lazo espiritual que une a la comunidad. Este 8 de noviembre, la ciudad vivirá una fiesta de fe y tradición que quedará grabada para siempre en la memoria de su pueblo.